Existen muchas maneras de perfumar tu hogar, dando un toque personal a la estancia con un olor que te agrade.
Los aceites esenciales desinfectan, desodorizan y perfuman naturalmente. Se utilizan puros, diluidos en agua, alcohol o con aceite vegetal. Para difundirlos correctamente, hay tres soluciones:
- El quemador: basta con llenar la copa de una mezcla de agua y tres gotas de aceite esencial, y encender la bombilla o la vela para que el perfume se reparta progresivamente gracias al calor
- El difusor eléctrico: permite la microdifusión, es decir, la transformación en algunos segundos de la totalidad del aceite en una fina niebla que se reparte de forma homogénea en la estancia. Un concepto muy eficaz.
- Bastoncillos: sumergidos en una fragancia, reparten natural y ampliamente los buenos olores haciendo subir el aceite por capilaridad. La difusión es más bien ligera. Son mejores en habitaciones pequeñas. Respecto a la decoración, estas ramas quedan bien sobre una mesa baja.
El incienso es práctico, eficaz y exótico. Evita, no obstante, los artificiales que pueden soltar humos irritantes.
Se puede encontrar en forma de conos, palitos, cristales de resina. Para prevenir cualquier riesgo de accidente, ponlos cerca de un borde de una ventana o de una chimenea. También es conocido por su eficacia contra los problemas respiratorios. Antes se pensaba que protegían de los malos espíritus.
Las velas se pueden poner en pantallas coloreadas, pequeñas vasijas de tierra, aluminio labrado, la elección de los recipientes es muy amplia. Las fragancias son múltiples y a veces insólitas. Escógelas sin colorantes, de cera, con aceites naturales o vegetales para una combustión lenta y sin humo.