La casa de una persona, habla de como esa persona se siente por dentro. Cuando entramos a una casa y la vemos sucia o desordenada, esto se debe probablemente a que esa persona se siente así. Lo mismo pasa cuando nos sentimos bien pero pasamos demasiado tiempo en una casa muy desordenada, al final nos acabábamos sintiendo mal nosotros mismos.
Normalmente, cuando una casa está sucia y descuidada, la persona que vive en ella sufre depresión.
Cuando una persona está deprimida, se empieza a desesperanza y normalmente caen en casa sin poderlo remedia, esto hace que la suciedad se empiece a acumular y esto a su vez que la persona se sienta más deprimida.
Los expertos opinan
«Las posesiones, como la grasa, nos aíslan del mundo exterior, construyendo un muro de basura que no podemos ocultar. Nuestro desorden se vuelve un mecanismo insular para protegernos del dolor. El simple acto de comprar cosas, también, puede ser una automedicación. ¿Cuántos de nosotros compramos cosas para sentirnos mejor? Pero es una solución temporal que, al final, sólo suma a nuestra depresión».
El minimalismo cómo salida
Para salir de esta espiral, se debe poner un punto y aparte en la historia. normalmente se acude al minimalismo para solucionarlo tirando todo aquello que no necesitemos, dejando en la casa solamente lo imprescindible.
Esto hace que inmediatamente, el estado mental mejora, ya que se va consiguiendo ver la casa más ordenada y sube el entusiasmo.
Los expertos opinan
«tener una rutina te da un sentimiento de control sobre el día. Sabemos que ayuda, y sabemos que no tener un sentimiento de control hace que la gente se sienta peor», Esto quiere decir que tener la casa desordenada nos quita el control sobre nuestro espacio.
Crea una rutina en la cual, cierta hora del día sea para limpiar lo que quieres y poco a poco se irá creando el hábito, cambiando tu actitud mental.